Es una situación cada vez más frecuente en la era de las redes sociales y los estándares de belleza idealizados. Adolescentes obsesionados/as por utilizar y comprar productos y cosméticos para su piel como sérums con retinol, con ácido hialurónico, contorno de ojos o cremas anti-edad. Esta manía se traduce en un trastorno psicológico no tan conocido en la sociedad: la cosmeticorexia.
La cosmeticorexia es la obsesión por alcanzar la perfección estética a través del uso excesivo o compulsivo de productos cosméticos. La persona se obsesiona con defectos percibidos en su apariencia física, particularmente en la cara, pequeños detalles como arrugas leves, poros dilatados o irregularidades menores en la piel.
Las consecuencias causan preocupación. La cosmeticorexia puede ocasionar:
Comportamientos compulsivos: pasar horas frente al espejo examinando y corrigiendo las supuestas imperfecciones; someterse a procedimientos cosméticos no recomendados para la edad.
Impacto en la salud mental: experimentar baja autoestima, niveles de angustia emocional, ansiedad y depresión por la insatisfacción con la apariencia propia.
Complicaciones físicas: alteraciones y patologías en la piel como irritaciones, dermatitis, quemaduras, acné o sensibilización cutánea.
Aislamiento social: dificultad de mantener relaciones interpersonales y de participar en actividades sociales.
La adicción de los/as adolescentes a la compra y uso de cosméticos puede generar consecuencias no sólo físicas, sino también a nivel mental.
Cómo abordar la obsesión
Los profesionales recomiendan abordar la cosmeticorexia desde un enfoque integral, combinando educación, comprensión emocional y fomento de una visión positiva de sí mismos.
En este proceso, el papel de padres, madres y/o cuidadores resulta fundamental. Se recomienda:
Apoyar y ayudar a los/as adolescentes a valorarse a sí mismos.
Fomentar el diálogo, escuchar y contener sin juzgar.
Promover la autoestima, la autoaceptación y el amor propio.
Enseñar con el ejemplo algunas costumbres y hábitos saludables.
Proporcionar información precisa sobre el cuidado de la piel.
Buscar ayuda profesional (dermatólogos, psicólogos, psiquiatras).