La institución educativa representa un espacio donde los niños/as absorben conocimiento, desarrollan habilidades sociales y fomentan su autonomía. No obstante, también es un entorno donde están expuestos a posibles contagios y enfermedades debido a la cercanía entre ellos/as.
En primer lugar, se recomienda verificar que las vacunas estén al día y realizar controles médicos periódicos, adecuados a cada edad. La clave radica en adoptar medidas preventivas para garantizar un año escolar saludable. La Sociedad Argentina de Pediatría ofrece algunas pautas:
Informar al colegio sobre la medicación que el niño debe tomar y cualquier enfermedad que requiera control especial durante el horario escolar, brindando instrucciones y alertas sobre cómo actuar en caso de emergencia.
Comunicar al colegio situaciones de salud tanto del alumno como de su familia que puedan afectar su desempeño académico, como enfermedades personales o familiares, así como dificultades emocionales.
Mantener una comunicación abierta y continua con el colegio y sus referentes.
Fomentar una alimentación saludable en casa, incluyendo desayunos nutritivos, y establecer acuerdos sobre las comidas en el colegio y en el hogar, explicando la importancia de una alimentación adecuada para el aprendizaje.
Además de la salud física, es fundamental abordar la salud emocional para garantizar un año escolar exitoso. La salud mental, que engloba el bienestar emocional y conductual, influye en la forma en que los niños piensan, sienten y se comportan, así como en sus relaciones interpersonales y su capacidad para manejar el estrés.
Es muy importante hablar abiertamente con los hijos sobre sus emociones y enseñarles a manejarlas. Es fundamental que comprendan que sentir ansiedad, tristeza o enojo es parte de la experiencia humana y que puedan expresar sus sentimientos de manera adecuada. Por lo tanto, se recomienda iniciar conversaciones diarias para fomentar un ambiente emocionalmente saludable en el hogar y en la escuela.